El cine copia a la vida, la vida copia al cine
Respecto a la película de hoy, "Diarios de Motocicleta", permitid que os contemos una anécdota.
La película tiene como uno de sus principales temas, el descubrimiento por parte del joven Ernesto Guevara de esas injusticias que se hacen en nombre de la eficiencia, la productividad y la superioridad cultural, económica y militar de las naciones del norte sobre las del sur, en particular latinoamérica. En fin, todo lo que convirtió a Ernesto en "Che": el respeto por el trabajo de los individuos, y el desprecio hacia sudamérica.
El director, Walter Salles, no era nuevo en el circuito de premios internacionales, con nominaciones y premios en los Oscar, Bafta, Berlín, Cannes, etc por su anterior película Estación Central do Brasil. Ese año Diarios de Motocicleta ya había ganado Baftas, Goyas, Cóndor, etc... cuando fue nominado a los Oscar por mejor guión, y por mejor canción original: "al otro lado del río", del cantautor uruguayo Jorge Drexler.
Como sabéis, la gala de los Oscar incluye entre otras cosas actuaciones musicales para exhibir las canciones originales nominadas, antes de que se revele el ganador. Aquel año 2005 se hizo lo mismo, pero con una particularidad: la organización del evento consideró que Jorge Drexler no era "una figura lo suficientemente reconocida en Estados Unidos", por lo que decidieron que no debía ser él quien la cantara en la gala.
La versión original de la canción era cantada por el propio Jorge Drexler, quien también tocaba la guitarra. En la gala fue nada menos que Antonio Banderas quien la cantó, con la guitarra de Carlos Santana como acompañamiento. Desde luego, ambos mucho más conocidos en Estados Unidos, pero atentando fundamentalmente contra algo fundamental: el respeto por el trabajo de los individuos, y el desprecio hacia sudamérica. Un español y un mejicano rellenaban el hueco del arquetipo latino sin tener en cuenta que el ritmo de la canción, una chacarera, es característica del cono sur.
De alguna forma, se estaba exhibiendo no sólo la música de la película, sino su tema principal, de una forma involuntariamente gráfica.
Por el motivo que sea (bueno, porque era la mejor canción de todas las que competían, y porque encajaba como un guante en la película), resultó la ganadora de la categoría. Jorge Drexler subió a recoger el premio. Se esperaba de él, por supuesto, que agradeciera a la academia el reconocimiento, pese a que apenas unos minutos antes se había dejado claro que no se le consideraba digno del escenario.
Prince, nada menos que Prince, anunciaba los ganadores. Pero hoy día sólo se recuerda a Jorge Drexler, porque hizo algo inaudito que todavía se recuerda en los Oscar.
Jorge Drexler se acercó al micrófono. No pronunció discurso, no dijo gracias, ... tan solo cantó. En castellano. Cantó estrofas enteras de su canción, que no le habían permitido cantar. Con la estatuilla en la mano, cantó a capella. Reclamó la dignidad arrebatada, el derecho negado, y recuperó la canción para sí. El gesto que lo ponía al nivel de la historia que él sólo iba a musicar, y que acabó protagonizando.
Finalmente, el error de juicio de la organización del evento, resultó ser la mejor ilustración de todos los temas de la película, en particular la dignidad como la mejor forma de revancha contra un acto injusto.
Por cierto, fue la primera canción en castellano que ganó un Oscar. De hecho, la primera en lengua no inglesa. Estaba destinada a hacer historia.
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