Quiero Creer - El maravilloso artificio del cine
El cine dentro del cine es un motivo tan recurrente en toda la historia de la cinematografía, que casi se podría considerar un género en sí mismo. En Cine Club Tui hemos decidido que el cine autorreferencial es el mejor género para comenzar nuestra programación.
Hay miles de películas con el propio cine como tema, como una cámara ante un espejo, pero desde diferentes enfoques. Algunas, como La Noche Americana de Truffault, desde el lado del rodaje. El espíritu de la colmena de Erice, desde la fascinación espectador. Kings of the Road, de Wenders, enseña los pequeños cines al borde de la ruina y el oficio del proyeccionista. El director novato que intenta llevar a cabo su sueño, su pasión y su lucha, como en My First Film de Zia Anger, o el guionista que lucha con la página en blanco en Barton Fink, el lado oscuro de Hollywood en Mulholand Drive o Eva al Desnudo, y la estrella de cine luchando con su propia leyenda (Sunset Boulevard, Wilder, 1950; o bien Fellini 8 1/2, 1963).
La Rosa Púrpura del Cairo (Woody Allen, 1985) es una sencilla fantasía sobre ese artificio de cartón piedra que es el cine más clásico, todos sus manierismos y falacias que, por unos minutos, queremos creernos. Como espectadores somos responsables de un acto mágico: olvidar todo lo que sabemos sobre cómo funciona el mundo, abrazar el artificio, dar vida a los personajes. Algunos directores lo ponen muy difícil, como Lars von Triers con el decorado ultra-minimalista de Dogville (2003) o todos los detalles en Goddard que gritan "recuerda que es una película" (Pierrot le Fou, 1965, lo hace todo el tiempo). Pero tradicionalmente los códigos de cine se han basado en el pacto de ficción, un contrato implícito entre la película y el público para que ciertas cosas se acepten, y el cine pueda construir un mundo con sus propias reglas, su propia lógica, en el que lo verosímil a menudo sobrepasa lo increíble.
Y ese es el mundo de La Rosa Púrpura del Cairo. No me refiero a la película de Allen, sino a la película ficticia que aparece en el film. Una película de género, de las que en los años de la gran depresión (años 20 y 30) servían de evasión a una clase media necesitada de entretenimiento sencillo, y del sueño de una vida mejor.
Para acentuar ese contraste, mostrar lo ideal, irreal e inverosímil del cine, la película lo contrapone con una realidad dura y áspera, sucia y táctil, que sin embargo está construida con los mismos manierismos y códigos, de los que Allen no es capaz de escapar. Lejos todavía del realismo de las películas de hoy, el contraste es suficiente para remarcar lo que de verdad esconde la cinta: un personaje plano, moralmente puro, idealista y sin mancha, salido de la ficción de la edad de oro de Hollywood, no podría sobrevivir en el mundo tridimensional, complejo, lleno de matices, excepciones y miserias. La dualidad entre el personaje y el actor que lo representa en la vida real, una versión simplificada del complejo juego de Pirandello, es un cuento sencillo que da para una reflexión profunda, y al mismo tiempo es una exaltación del mundo ideal, del otro lado de la pantalla.
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