Los Adioses

Los Adioses es una notable película mexicana del año 2018, dirigida por Natalia Beristáin, de la que tal vez hablemos otro día. Hoy sólo quiero robarle el título para hablar de otras dos películas que me han impresionado.

Y que son los adioses de otros dos grandísimos actores, cada uno en su personalísimo estilo.



Lucky (J. C. Lynch, 2017) es la despedida cinematográfica de Harry Dean Stanton.
Winter Journey (A. Ostergaard, 2019) es el testamento actoral de Bruno Ganz.

Las dos tienen cosas en común.
 Lo primero es que han permitido a los actores llenar completamente la pantalla, con su resplandor crepuscular, dándoles la despedida digna que a muchos actores les negó el destino, cuando su último registro ha sido algún papel secundario o poco afortunado.
Lo segundo, es que incorporan la proximidad de su propio fin, al personaje que están interpretando. Y lo hacen de forma sobrecogedora.
Lo tercero es el estilo naturalista de su interpretación, pese a lo diferentes que son como actores en estas despedidas han convergido de una manera interesante.

Harry Dean Stanton es un tipo encantador, y se le tiene un enorme cariño a pesar de los personajes ásperos y extremos que ha hecho tantas veces: la culpa, la vergüenza y la cobardía en Paris, Texas (1984, Wim Wenders); el seco y parco hermano en Straight Story (1999, D. Lynch); el lacónico Brett de Alien (R. Scott, 1979), ... en el fondo asoma por su careta cínica ese enorme ser humano que Wim Wenders sabía traer tan bien a la pantalla desde el fondo de su personaje.

Lucky es una película lenta, muy lenta, pero que avanza inexorable y sentimos que se nos escapa. Como la tortuga que escapa al personaje de David Lynch. Quizás no una película excelente y lejos de ser perfeta, se disfruta enormemente por todas esas interpretaciones, y por el honesto canto que es al paso del tiempo, y a Stanton.

Y ni tengo que decir que Bruno Ganz es uno de los más grandes actores de la historia. Son ya Historia del cine (y combustible de memes) algunas escenas suyas en El Cielo sobre Berlín (1987, de nuevo Wenders), o en El Hundimiento (2004, Oliver Hirschbiegel) y mil otras. Pero precisamente lo que me impresionó en El Cielo sobre Berlín, El Amigo Americano y algunas otras es un momento de transición en que parece que deja de actuar y es una persona que está ahí, en mitad de la película, con toda su humanidad. La gigantesca humanidad de quien decide ser humano renunciando a la naturaleza angelical, a quien decide hacerse verdad en lugar de creíble, cercano en lugar de llamar la atención sobre su técnica actoral.

Eso es lo que me dejó de piedra al ver el documental Winter Journey en el festival online DocsBarcelona. Y es que es un documental, una obra de ficción, y todo lo contrario. Ostergaard aprovecha la extraordinaria capacidad de Ganz, para hacer una entrevista que casi parece un acto de espiritismo: pregunta, acosa, increpa, al personaje que interpreta Ganz (un músico alemán huido de Alemania por la persecución de judíos), asumiendo el papel de un hijo que quiere arrancarle a su padre una explicación, un por qué.  Y las reacciones de Ganz van más allá de lo bien actuado, de lo verosimil, de lo creíble, o incluso de lo natural. Está realmente escondiendo su sufrimiento, dudando, esforzándose en recordar (o más bien en olvidar) ahí delante de esa falsa grabación doméstica que él convierte en algo real e íntimo.


Extraordinaria actuación, contenida hasta el extremo, de nuevo lenta y parsimoniosa, y muy disfrutable. Os las recomiendo las dos.

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