Libros y cine

Hay muchas relaciones que se pueden dibujar entre el cine y la literatura, siendo muchos géneros cinematográficos una suerte de literatura que se experimenta en el tiempo, visual y auditivamente, una literatura inmersiva como vivir dentro de un libro. Es como leer.

Cierto, son lenguajes diferentes. Es importante entenderlo para hacer una buena adaptación, sólo se hará una versión fiel y cercana al libro si se sabe en qué uno debe ser diferente. Y tanto que son lenguajes diferentes, que en realidad es muy injusto comparar el libro con la película. Es famosa la anécdota (apócrifa?) de Hitchcock contando el chiste de las dos cabras que están comiendo rollos de celuloide en los almacenes de un estudio; una de ellas pregunta: "¿Qué tal está esa película?", y la otra responde: "Psé... me gustó más el libro".

Es quizás mejor leer libros sobre cine, un día como hoy. Hay muchos, muchísimos, por proponer algunos podemos quedarnos con los más obvios, "quién demonios lo ha hecho" de Peter Bogdanivoch, "Los Signos y la Significación en el Cine" de Wollen, "Espacio Negativo" de Farber, y los muchos diccionarios de cine universal... pero no puedo evitar recomendar "Hitchcock" por François Truffaut, "cómo acabar de una vez por todas con la cultura" de Woody Allen, o "Para ver, cierra los ojos" de Jan Svankmajer.

Y es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en esa relación: las adaptaciones cinematográficas de novelas. Y hay grandísimos ejemplos, desde Doctor Zhivago o los Hermanos Karamazov, al calco de Alguien Voló sobre el Nido del Cuco, la fabulosa Matar a un Ruiseñor, la multiadaptada Mujercitas, todo Shakespeare, Stephen King, la generación Beat, Jane Austen, Melville o Graham Greene.

Quizás sean más interesantes los ejemplos de directores que decidieron separarse de la novela para hacer una película más efectiva, como hizo Kubrik con Lolita (Nabokov repudió la película que había ayudado a adaptar, y más tarde reconoció que, no siendo fiel, era una gran película igual), Kubrik con El Resplandor (Stephen King odiaba la película, y punto), y esa versión tan distante y maravillosa que Julian Schnabel hizo con La Escafandra y la Mariposa de Bauby.
Están también las transposiciones y proyecciones aún más arriesgadas (y fabulosas), como El Corazón de las Tinieblas de Conrad convertida en Apocalypse Now de Coppola, o el Rey Lear transformado en Ran de Kurosawa, entre otras muchísimas proyecciones de Shakespeare o de romances medievales.

Hay novelas que yo hubiese jurado que son imposibles de filmar sin perder su esencia, como Matadero Cinco de Vonnegut; si bien la dirección de Hill no es perfecta (a veces un poco kitsch), el guión de Geller es estupendo y el trabajo de montaje de Dede Allen es fabuloso (es la montadora que hizo también Tarde de Perros o Bonnie and Clyde, y si habéis visto la última escena de Bonnie and Clyde sabéis lo que es capaz de hacer!!).  Y otras tantas novelas imposibles de adaptar que han dado lugar a grandes películas (Trainspotting puede ser una), a veces forzando a los directores a soluciones radicales y creativas como en el Club de la Lucha (Palaniuk reconoció estar impresionado con lo que hizo Fincher), la lucha por adaptar la novela como auténtico tema de la película Adaptation de Spike Jonze (Kauffman hablando de sí mismo y su incapacidad para adaptar El Ladrón de Orquídeas de Susan Orlean) o las extrañas y fascinantes evoluciones de Greenaway en Pillow Book o en Prospero's Book, que más que de la novela como objeto literario, a veces refiere al objeto físico o al acto de leer mismo.

Y entonces entramos en la relación más fascinante, la del cine íntimamente emparentado con la literatura o que tiene la literatura como resultado, tema o soporte, no sólo como inspiración. El Padrino sólo se realizó completamente a través del trabajo de guión de Mario Puzzo sobre su propia novela, pero el guión es superior a la novela porque Coppola es un genio. El brevísimo relato El Centinela de A.C.Clarke fue la base de 2001, y la novela 2001 se escribió al mismo tiempo que se iba rodando la película, en la que Clarke trabajó como consultor científico (de nuevo Kubrik y su forma de trabajar la literatura). Naked Lunch es otra mutación de la novela que sólo existe gracias al trabajo próximo de Cronenberg con Burroughs, que hizo lo único que se podía para adaptar la novela: destrozarla y abrirla en canal.

Hay muchas películas que tratan de los propios escritores, como la anterior trata sobre Burroughs pero agradeciendo un trato más convencional (a veces), como Antes de que Anochezca o Bright Star, un Angel a mi Mesa de Campion, El Lado Oscuro del Corazón de Eliseo Subiela o la fantástica Las Horas... y los escritores en bache creativo como personaje son ya un tópico que ha dado algunas grandes películas como Batton Fink (de los Cohen), Sarah Morton (Rampling) en Swimming Pool de F. Ozon, o el personaje de Cotten en El Tercer Hombre.

Pero están los libros que se escriben dentro de la película y sólo existen en el universo de la película, y desde luego tenemos que pensar en Misery de Rob Reiner, en In a Lonely Place de Nicholas Ray, Copia Certificada de Kiarostami, Spotlight de McCarthy si saltamos de la novela al periodismo,... O libros mágicos, místicos poderosos, el Necronomicon ex Mortis en The Evil Dead", o el libro con el Auryn, La Historia Interminable, una película sobre un libro, sobre un libro, sobre la magia de leer. Y el reverso desquiciado y salvaje de La Historia Interminable, que sería "In the Mouth of Madness" de John Carpenter, en la que el acto de leer horror lovecraftiano es una peligrosa subversión de la realidad.


Tras todas estas referencias, finalmente me voy a quedar con una para celebrar el día del libro, ya a punto de terminar: Farenheith 451, de François Truffaut. Una película que celebra los libros y su papel en el mundo, como ninguna otra.


Feliz Día a todos!!!

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